Aquí subo la imagen de un personaje algo tenebroso, según lo proclamado y denunciado por dos o tres peluqueros de algunos barrios aledaños a una ciudad mayor, quienes debieron renunciar a su amada profesión luego de haber tenido la poca fortuna de conocer y atender a dicho caballero (¿o deberíamos decir cabellero?) quien evidentemente no se portó como tal ante el servicio brindado por aquellos otros.
Investigadores del CONICET pudieron comprobar que sorprendentemente, al menos para ellos, los primeros damnificados fueron sin embargo las tijeras y navajas de los mencionados peluqueros, quienes sufrieron en forma directa la descabellada presencia de este personaje no pudiendo justamente descabellar al mismo, es decir sacarle siquiera un cabello debido a la dureza encontrada en los mismos. La ardua e infructuosa tarea condujo al desafilado e inutilización del instrumental y a su posterior (posterior a ese día) desaparición de las manos de estos hombres, probables amigos de Passarella en su primera época como entrenador de River Plate.
Dichos instrumentos, otrora sagrados para cualquier paladín del corte de cabellos, fueron retirados de sus respectivos lugares de trabajo y conducidos hacia algún depósito de chatarra situado en alguna parte del conurbano bonaerense o incluso hacia algún otro sitio hasta el momento no identificado. También existe la posibilidad de que tales piezas hayan avanzado en la cadena de reciclado, cosa desacostumbrada por estos lares, y estén camino a un horno de fundición o incluso aun ya formen parte de alguna pieza fundida quizá en Campana o tal vez de alguna campana fundida seguramente no en una pieza y próxima a sonar para llamar al recreo o a comer.
El identikit del mencionado personaje es el que aquí se muestra, como puede observarse se lo ve en una actitud amenazante, queriendo apoderarse de algún elemento, tal vez en la búsqueda, inútil sin lugar a dudas, de alguna tijera de hojalata, un alicate, un sacapuntas o simplemente un "guchesán" de jamón y queso o un cepillo de dientes. Pero en fin, nunca se supo que intentaba agarrar.
Se han encontrado algunos indicios de que sin embargo hubo algún afortunado peluquero, aunque tal vez clandestino, que tuvo éxito en el corte de cabello de este personaje o quizá alguna punta florecida de su férrea melena, aunque se desconoce el tipo de herramienta utilizada en la realización de esta labor. Algunos mencionan que los cabellos cortados fueron vendidos en la calle Warnes a algún comerciante del lugar y hoy son vendidos como amortiguadores especiales de material importado quien sabe de dónde.
Bueno me voy despidiendo, ya que tengo turno en la peluquería. ¡Ah, no tengo rulos eh!